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Quemen más contenedores, ¡por favor!

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En este artículo, Badiou habla del drama social que ocurre en estos mismos momentos en Atenas. Cierto, es un drama social cataclísmico, donde los griegos son el “precio a pagar” para la sostenibilidad del sistema. 25.000 sin techo deambulan por Atenas, un 0,61% de su población. Entonces, uno mira a la capital del mundo libre, Nueva York, y lee que hace poco se batió el récord de sin techo, 113.000, un 1,4%, más del doble que en la dramática Atenas. Es más: la deuda externa de Estados Unidos llegó al 100% de su PIB, igual que en España en 2009 (la de Grecia era del 120%). Seis millones de personas viven en sus cárceles: más que en los gulags de Stalin. Su índice de desigualdad (Gini) es el mismo que China, “ese inestable país con grandes desequilibrios internos de riqueza”, según el director de Stratfor.

La deudocracia tomó el poder primero en el Tercer Mundo, ahora en el sur de Europa, pero amenaza el mismo corazón de Occidente. Un default descontrolado de Grecia desencadenaría una reacción en cadena que podría tumbar a Europa y Estados Unidos con ella. El colapso de MF Global es paradigmático, porque expone la vulnerabilidad de Wall Street y por la perversa gestión política de su caída por parte del Zapatero americano, Barack Obama:

It means that nobody’s money is safe. It means that regulators care more about protecting the so-called “Systemically Important Financial Institutions” than about protecting Ordinary Joe investors. It means that, when crunchtime comes, central banks and government regulators will allow SIFI’s to get better, and let the Ordinary Joes get fucked.

“The MF Global scandal has made it clear that the integrity of the system has disappeared.”

Deudocracia significa gobierno plutocrático a través de la deuda. ¿Deuda de quién a quién? De nosotros mismos, porque utilizamos los servicios públicos del Estado endeudado, a nosotros mismos, porque los bonos soberanos los compran los bancos con el dinero de nuestros mismos ahorros. Entre estos dos puntos –nosotros–, una gigantesca telaraña de interdependencias económicas en los privilegiados puestos clave de la cual se han colocado banqueros y políticos que, dicen, “gestionan nuestro dinero por nuestro bien”, eso es, para la sostenibilidad del sistema. En cambio, yo lo llamo atraco a mano armada; esta vez con porras y escopetas de balas de goma.

En este sistema, el capital es tremendamente escaso (está en muy pocas manos) y por lo tanto su principal fundamento. A nivel global, múltiples ciudades compiten salvajemente entre ellas para atraerlo (Mumbai, Dubai, , Shanghai, Nueva York… Barcelona?) y convertirse en nodos de la economía global. El suelo de estas ciudades se encarece vertiginosamente, se contratan a arquitectos de renombre para aún subirle el precio construyendo macroproyectos y etcétera. Debajo de este ecosistema del capital, indiferente, una gran masa de trabajadores compite por el empleo precario y temporal que se les filtra des de arriba y, si les llega, da las gracias al empleador. Por eso la definición más ajustada de este sistema tremendamente dual no es otra que puro neofeudalismo.

Lo hace Léon Blum, presidente del Gobierno y padre de la no-intervención, que sin ser invitado y con un par, se sube a la tribuna. Y explica la razón de su decisión. Llora, realiza un silencio y dice: “No puedo hacer nada. Tengo las manos atadas”

Guillem Martínez, De cómo nunca gobiernan las izquierdas

Dualidad: capital y trabajo van por caminos distintos; es la anomalía antidemocrática del empleo asalariado, que permite la extracción de riqueza desde abajo hacia arriba. Así se consolidan los oligopolios y su poder político, se gestan los sectores estratégicos, con carta blanca para la irresponsabilidad criminal, porque “si caen, caemos todos”: su irresponsabilidad se convierte en un asunto de bien público. Si los rescatamos, la carta blanca sigue. Este chantaje político a la sociedad es totalmente estructural, nada casual. El político, por lo tanto, tiene las manos atadas. A ese nivel, nadie ni tan sólo piensa en una alternativa a los rescates trillonarios y como máximo llora cuando anuncia los recortes, mientras desahuciados se suicidan en su desespero. A ese nivel, nadie llega con una alternativa: los sindicatos verticales, comprados; los partidos, con sus mecanismos de selección de personal soviéticos, nada. Estamos como en la URSS a principios de los ochenta. En las elecciones francesas, Hollande ha prometido regular las altas finanzas. Pero el impacto de estas iniciativas es idéntico al de un default griego: el colapso del sistema. Obama también podría hacer lo que Roosevelt en su momento, trocear los bancos, pero es que es inconstitucional. A ese nivel, las manos están atadas, estructuralmente, y el combate es dicotómico: a un lado del ring, los servicios públicos; al otro, la sostenibilidad del sistema. Si a ese nivel las manos están atadas, sólo queda otro: el local.

It is hugely important and worth mentioning that ‘mistakes’ have been done in the beginning of the crises because we did not have a well-organized ‘police force.’ American psyche can be easily manipulated when they hear that there are ‘mistakes’ done and now we are ‘fixing it.’ It’s worth mentioning also what is happening now in Wall Street and the way the demonstrations are been suppressed by policemen, police dogs and beatings.”

Asesor de Bashar el-Assad, CT siria

Hay que descolonizar nuestras mentes, liberarnos del síndrome de Estocolmo y darnos cuenta de esta cruel dicotomía; tomar conciencia de que el Estado de bienestar tan sólo existe porque se fundamenta en la economía de escala a partir del trabajo, de la que los gestores se quedan su parte –un robo.  Los rescates a bancos, un robo; las infraestructuras poco rentables, un robo; la existencia de directivos en TMB, un robo; los impuestos mal gestionados, un robo. Las palizas de los salvajes maníacos con placa no son desproporcionadas, ni un error, como dicen algunos, en la línea discursiva de Assad, desde siempre se ha hablado de “errores”, “daños colaterales”, etcétera, pero esto es puro monopolio informativo de la violencia, pura CT, que insiste en eliminar la carga simbólica política a la violencia sistemática de unos y el “vandalismo” de otros: en absoluto, es represión estructural a quién se atreve a descolonizarse y a replicar al atraco a mano armada.

Sería “un error” si los mecanismos de selección y el entrenamiento de los cuerpos de seguridad fueran democráticos y transparentes, si después de las palizas hubieran expedientes y cárcel y no absoluciones ni indultos, pero es que no es así. Es violencia estructural contra los que se quejan del atraco y, cuando alguno se pasa y quema algún contenedor, aún existen colonizados por el síndrome de Estocolmo que dicen “¡así no!” y otros que lamentan la mala imagen que da Barcelona, “la marca BCN”, que precisamente ve obstaculizada su frenética carrera global en la captación de capital y, por lo tanto, en la supervivencia del relato del neofeudalismo. Visto como está la cosa, entonces, quemen más contenedores, ¡por favor!


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